
Con
esta visita se acentúa el diálogo Interreligioso y se resalta la dimensión
pastoral que hizo posible el encuentro del Sucesor de Pedro con la comunidad
cristiana, compuesta de migrantes que viven en la zona y que pudieron reunirse
con su pastor para celebrar la Santa Misa ante 130.000 personas en un espacio
público.

El documento denuncia la pérdida del sentido religioso y la injusta distribución de los bienes, pero también el fundamentalismo y el extremismo nacionalista. El texto rechaza la utilización de la religión con propósitos políticos y con fines violentos: "Dios no quiere que su nombre sea usado para matar ni aterrorizar a la gente", se lee en el escrito. Además, se afirma con claridad la libertad de culto e incluso se habla del pluralismo religioso como algo positivo, lo que se acerca a un derecho a la conversión que todavía el mundo islámico no reconoce.
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