Naciones
Unidas ha presentado su informe sobre el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo
del Milenio (ODM), a tan solo un año del final del periodo marcado
para conseguir reducir drásticamente la pobreza y el hambre en el mundo y
avanzar en otros objetivos sociales.
El balance presentado es excesivamente optimista.
Es cierto que en estos casi quince años se han experimentado avances, pero el
cumplimiento ha de calificarse de muy insuficiente en una visión global.
Algunas de las mejoras se habían conseguido antes de 2000 (el punto de partida
para los datos era 1990).
En todo
caso, predominan los incumplimientos sobre los resultados satisfactorios. Y los
éxitos y los fracasos se reparten de forma desigual. Los datos menos negativos
señalan a educación, sanidad y salubridad, lo que ha de celebrarse puesto que
son objetivos de enorme importancia presente y de cara al futuro. El fracaso es
total en el uso de los recursos naturales.
Es
inadmisible que (son datos que entresacamos del informe de Naciones Unidas):
- Una de cada cinco personas en
las regiones en desarrollo sigue viviendo con menos de 1’25 dólares al día
(pobreza extrema).
- El empleo vulnerable en el Sur
representa el 56% de todo el empleo (10% en el Norte).
- 842 millones de personas sufren
hambre crónica, y la mejora en la última década ha sido más lenta que en
los 90.
- Uno de cada cuatro niños sufre
retraso en el crecimiento.
- En 2013, 300.000 mujeres
murieron por causas relacionadas con el embarazo o el parto, a pesar de
que contamos con los medios para evitar que mueran
- 748 millones de personas
todavía utilizan fuentes de agua no apta para el consumo
- En 2012, 863 millones de
residentes urbanos vivían en tugurios (650 millones en 1990).
Los
objetivos irrenunciables para el nuevo periodo han de ser erradicar la pobreza
extrema (en 2000 se fijó tan solo reducir a la mitad) y el hambre, así como
reducir las desigualdades mundiales. Este segundo aspecto, tan olvidado
habitualmente, es condición necesaria para consolidar paulatinamente una
estabilidad en las políticas de lucha contra la pobreza en el mundo.
Los
Objetivos del Milenio han sido un primer paso importante. Como tal primer paso,
no debemos descorazonarnos por sus resultados insuficientes. Pero debemos
aprender de los años transcurridos para fijar una agenda post-2015 ambiciosa,
realista y asentada sobre bases firmes.
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