El Credo se hizo luz
Con motivo del Año de fe y de Misión Madrid,
la Delegación de Cultura del Arzobispado de Madrid ha organizado un
recorrido por el Museo del Prado, visitando una serie de obras que
ilustran los contenidos del Credo. La iniciativa está
acompañada de una Guía (ya se puede adquirir en la misma Delegación),
elaborada por expertos de las Universidades CEU San Pablo y Complutense,
que recoge la sólida relación que existe entre fe y cultura desde, los
orígenes del cristianismo.
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y
de la tierra
Pinturas de la ermita de Santa Cruz de Maderuelo
Pantocrátor, de la ermita de
Sta Cruz de Maderuelo (Segovia) |
Dios Padre
Todopoderoso, representado en la bóveda de la ermita como Pantocrátor,
sostiene el Libro de la Vida, señalando que Él es el principio y fin de
todo lo que existe. Su poder creador se manifiesta en toda la ermita, imagen de
la Jerusalén celeste. De su gloria y de la vida que Él irradia, participan los
serafines, los arcángeles, los evangelios, la Virgen, los apóstoles, el
sacerdote y los fieles que participan en el Eucaristía. Dios Padre es el Señor
de la Historia, desde la creación del hombre en el Paraíso, hasta la plenitud
de todo lo creado, que tiene lugar al final de los tiempos en el sacrificio del
Cordero: Cristo en la Cruz.
El artista
románico no pinta lo que ve, sino lo que sabe: la presencia de una inteligencia
divina y creadora en la realidad. La victoria de Cristo tras el pecado
original, el cumplimiento del destino del hombre, creado para la convivencia
con su Creador y asemejarse cada vez más a Él, no se realiza de una forma
puntual, sino a lo largo de una serie de hitos que comenzaron con el Sí
de María y culminarán con la venida gloriosa de Cristo al final de los tiempos.
A cada instante, estamos siendo creador por Él. La Eucaristía es la anamnesis
de toda la Historia: es la recapitulación de todas las cosas en Cristo.
Creo en Jesucristo, su Único Hijo, nuestro Señor
Cristo bendiciendo, de Fernando Gallego
Cristo bendiciendo (Fernando Gallego) |
A ambos lados del trono, el Tetramorfos: el hombre, el águila, el león y el toro, que simbolizan a los cuatro evangelistas. Desde el siglo XII, se considera que simbolizan también las virtudes de los elegidos: cada cristiano debe ser hombre, porque sólo el que se adentra en el camino de la razón merece ser llamado hombre; debe ser un toro, el animal que se inmola en los sacrificios, porque el verdadero cristiano, renunciando a los placeres de este
mundo, se inmola a sí mismo; debe ser un león, el animal valiente por excelencia, porque el justo no teme a nada en este mundo; y debe ser un águila, porque el águila vuela en las alturas, y el cristiano debe mirar de frente las cosas eternas.
A la derecha de Cristo, la alegoría de la Iglesia triunfante, que porta la Cruz como estandarte y un cáliz, en referencia eucarística; y, a la izquierda, la sinagoga vencida, a punto de caer por el peso de las tablas de Moisés. El mensaje es claro: la nueva ley triunfa sobre la antigua.
Que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
Retablo de la Anunciación, de Fra Angelico
Retablo de la Anunciación (Fra Angelico) |
Las manos de Dios Padre que envían el Espíritu a María son las mismas que crearon a Adán y que presiden la escena del Paraíso. El paralelismo Eva-María es uno de los más tempranos y ricos de la mariología; entre la caída y la Redención existe también otro paralelismo: entre Adán y Cristo.
El Paraíso no es guardado por un ángel que blandea una espada, sino por un emisario casi dolorido que conduce a Adán y Eva fuera del Paraíso. Dios no maldice a Adán y Eva; la expulsión es una increpación en la que se abre un horizonte a la salvación, una llamada a la conversión.
Nació de Santa María Virgen
Tríptico de la Virgen, de Dieric Bouts
Tríptico de la Virgen -escena central del Nacimiento de Cristo (Dieric Bouts) |
Bouts no pinta a la Virgen recostada, como en la tradición oriental. El pintor se inspira en las Celestiales revelaciones, de santa Brígida: señala que la Virgen dio a luz de rodillas, siendo la primera en adorar a su Hijo.
En un plano intermedio está la figura de san José, con mayor protagonismo del que habitualmente goza en las representaciones medievales. Su consideración iconográfica crece a partir de ahora, hasta alcanzar su culmen tras el Concilio de Trento, cuando será ensalzado como protector de la Sagrada Familia y educador de Cristo.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato
Cristo ante Pilatos en el Pretorio, de Corrado Giaquinto
Cristo ante Pilatos en el Pretorio (Corrado Giaquinto) |
Pilatos, por un lado, apoya una de sus manos en el hombro de Cristo, reconociendo que no encuentra culpa en Él; a la vez, recibe el aguamanil con el que lavará sus manos, para expresar que se desentiende de la condena.
Fue crucificado
Crucifixión, de Juan de Flandes
Crucifixión (Juan de Flandes) |
El pintor rompe la simetría compositiva dominante en la Edad Media, cuando la Virgen y san Juan se disponían a ambos lados de la Cruz. Ahora, ambos se colocan coincidiendo con el costado abierto de Cristo, para simbolizar también en sus personas la Iglesia naciente.
No hay que olvidar que, en origen, esta obra se realiza para el cuerpo inferior de un retablo y que, cuando en el siglo XV el oficiante celebra de espaldas al fiel, durante la consagración, al elevar la Sagrada Forma, ésta coincidiría con la pintura, recordándonos que en la Eucaristía se renueva el sacrificio de Cristo, y haciendo patente la relación del arte con la liturgia.
Muerto y sepultado
Entierro de Cristo, de Tiziano
Entierro de Cristo (Tiziano) |
Es el momento en que el cuerpo inerte de Cristo es depositado en el sepulcro. Su mano llega a rozar la tierra, quizá queriendo subrayar su humanidad. En el sepulcro, hay una serie de relieves que muestran los capítulos bíblicos de Caín y Abel y del sacrificio de Isaac, prefiguraciones de la muerte de Cristo.
Cristo ha muerto y es sepultado para la salvación del hombre. Aquí, pues, no se representa una tragedia, sino el gesto del amor supremo.
Descendió a los infiernos
Bajada de Cristo al Limbo, de Sebastiano del Piombo
Cristo desciende a la morada de los muertos, para luego ascender y
llevarlos consigo al Paraíso. Desciende como Salvador, proclamando la
Buena Nueva a los allí detenidos, donde aguardaban la salvación los
hombres justos muertos antes de la venida de Cristo. Éste es el
significado del descenso de Cristo: la victoria redentora sobre la
muerte y la salvación de la Humanidad afectada por el pecado original.
Adán y Eva aparecen suplicantes, manifestando su lamento. Eva, con gesto
orante, está detrás de Adán, que eleva su mirada a Cristo.
Del Piombo presenta a Jesús como una explosión de luminosidad en la oscuridad del infierno. Se inclina sobre los justos que le esperan, con el brazo extendido en un gesto de protección. Porta una fina vara en cuyo extremo se muestra la Cruz, a fin de recordar que, para llevar la salvación a los hombres y redimirlos de sus pecados, fue necesaria su muerte en el tormento de la crucifixión.
Del Piombo presenta a Jesús como una explosión de luminosidad en la oscuridad del infierno. Se inclina sobre los justos que le esperan, con el brazo extendido en un gesto de protección. Porta una fina vara en cuyo extremo se muestra la Cruz, a fin de recordar que, para llevar la salvación a los hombres y redimirlos de sus pecados, fue necesaria su muerte en el tormento de la crucifixión.
Al tercer día resucitó de entre los muertos
Noli me tangere, de Antonio Allegri Correggio
Noli me tangere (Antonio Allegri Correggio) |
Correggio recrea el instante del Noli me tangere concentrando toda la atención en los gestos y las miradas de los dos protagonistas. María Magdalena, conmovida al reconocer a su Maestro, pone de manifiesto que la Resurrección, igual que la Encarnación, no es ajena a la historia humana. Es más, la resurrección de Cristo se convierte en promesa de eternidad para cada hombre.
Subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso
La Gloria, de Tiziano
La Gloria (Tiziano) |
Tiziano recrea cómo Cristo, engendrado por el Padre, vuelve al Padre para ser glorificado. En una grandiosa y compleja composición de registros superpuestos, el pintor multiplica las figuras para introducir a los Patriarcas de la antigua Ley, señalando que la resurrección y glorificación de Cristo cumplen las promesas del Antiguo Testamento. Tiziano completa la imagen con la presencia de la Virgen María, envuelta en una túnica del mismo color que las otras figuras celestiales. Junto a san Juan Bautista, actúa como intercesora entre Dios y los hombres, lo que explica la posición intermedia de María, mirando hacia los fieles a la vez que avanza hacia Dios.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos
Tríptico de la Redención, de Vrancke van der Stock
Tríptico de la Redención Juicio Final (van der Stock) |
La iconografía de las pequeñas escenas de la arquería superior obedecen a las obras de misericordia, recordando al fiel que contempla la obra que todos los hombres viviremos el Juicio divino, y que en éste se tendrá como criterio el amor. Para el hombre medieval, éstas no eran imágenes amenazantes, sino que recordaban la responsabilidad y el sentido último de la vida. De hecho, en la Edad Media, cuando se explicaba la Historia, se hacía partiendo de la Creación hasta culminar en el Juicio Final.
Creo en el Espíritu Santo
Pentecostés (El Greco)
Con su personal lenguaje pictórico, el Greco presenta al Espíritu Santo como Señor y dador de Vida,
infundiendo a los apóstoles la fuerza necesaria para convertirse en
verdaderos testigos de Cristo. Presidiendo el Colegio apostólico, el
artista cretense nos presenta a la Virgen como imagen de la Iglesia
naciente. Las lenguas de fuego dispuestas sobre las cabezas de las
figuras se ajustan de forma veraz a lo indicado en el texto bíblico: «Se
les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se
posaron sobre cada uno de ellos». Dichas lenguas, atributos
iconográficos identificativos de Pentecostés, simbolizan la energía
transformadora de los actos del Espíritu Santo, que recae sobre los
apóstoles para que expandan la Palabra de Cristo por toda la tierra.
No es casual que a la afirmación del Credo: Creo en el Espíritu Santo, le siga: Creo en la Iglesia católica. A su vez, que Pentecostés sea imagen del nacimiento de la Iglesia refuerza la presencia de la Virgen, en tanto que Madre de la Iglesia e intercesora.
No es casual que a la afirmación del Credo: Creo en el Espíritu Santo, le siga: Creo en la Iglesia católica. A su vez, que Pentecostés sea imagen del nacimiento de la Iglesia refuerza la presencia de la Virgen, en tanto que Madre de la Iglesia e intercesora.
Creo en la Santa Iglesia católica, en la Comunión de los santos
La fuente de la Gracia, de la escuela de Jan Van Eyck
La Iglesia es la unión de todos los fieles en un solo cuerpo con
Cristo. Esta unión nace de asumir a sí a los hombres por el Bautismo, y
de que Él mismo se ofrece como alimento en la Eucaristía. La pintura
recurre a la imagen de la Fuente de la Vida, de la Gracia, que mana
desde el Cordero, y fluye hasta desembocar en una pila octogonal, que
recuerda el renacimiento por el Bautismo. La corriente es de aguas
cristalinas, y en ellas flotan las Sagradas Formas, alusión al Bautismo y
a la Eucaristía. Toda la estructura arquitectónica recuerda,
significativamente, a una gran custodia.
A su derecha, la Iglesia, encabezada por el Papa, advierte y señala que el alimento de la Vida es Cristo mismo; de Él pueden alimentarse todos los hombres, conformando un solo cuerpo con Cristo: la Iglesia. Pero también pueden negar la evidencia (grupo a su izquierda), taparse los oídos, volverle la espalda a la Fuente, escandalizarse y rechazarla.
A su derecha, la Iglesia, encabezada por el Papa, advierte y señala que el alimento de la Vida es Cristo mismo; de Él pueden alimentarse todos los hombres, conformando un solo cuerpo con Cristo: la Iglesia. Pero también pueden negar la evidencia (grupo a su izquierda), taparse los oídos, volverle la espalda a la Fuente, escandalizarse y rechazarla.
Creo en el perdón de los pecados
Agnus Dei, de Zurbarán
Agnus Dei (Zurbarán) |
En Cristo inmolado, se cumple la Escritura que anunciaba el rescate que libera a los hombres de la esclavitud del pecado. Este perdón de los pecados alcanzado por la muerte del Señor permanece en la Historia a través de la Iglesia. El pueblo cristiano participa de este perdón y, cuando es ofendido, toma la iniciativa de la reconciliación, porque es consciente de esta gran gracia recibida.
Creo en la resurrección de la carne
Asunción de la Virgen, de Annibale Carraci
Asunción de la Virgen
(Annibale Carraci)
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El acontecimiento no es narrado en los evangelios, pero la fiesta de la Dormición ya se celebraba en la Iglesia oriental a fines del siglo V. Existe también toda una tradición oral y varios comentarios de Padres de la Iglesia, así como escritos de teólogos desde la Edad Media, que han servido como base para este tema iconográfico.
La Asunción de María es el comienzo de la resurrección de la carne en una de nuestra raza humana; la Virgen goza de esta primicia, que en el resto de la Humanidad se cumplirá en la resurrección de la carne que recordamos en el Credo.
Creo en la Vida eterna
Visión de San Pedro Nolasco, de Zurbarán
Visión de san Pedro Nolasco (Zurbarán) |
La Ciudad Santa es una manera de referirse a la vida eterna, porque es la morada de Dios con los hombres, imagen de este misterio de unión con Dios. Es fuente de paz, de felicidad y de comunión mutua; allí todo es gratis, porque la gratuidad es la esencia del amor divino. Se ve acceder a ella a las almas de quienes han respondido en su vida terrenal al amor y a la piedad de Dios. La Jerusalén celeste, destino de todos los hombres, es el lugar de la familiaridad con el Señor, completa y cumplida.
Amén
La Coronación de la Virgen (Velázquez)
La Coronación de la Virgen, de Velázquez |
La Coronación hemos de entenderla como un símbolo de obediencia: la Virgen es Reina porque su vida fue decir Amén a Dios todos los días, incluso a la muerte de su Hijo en la Cruz.
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