Con el
estilo directo y desenfadado que caracteriza al juez Calatayud se expresa en una entrevista de la revista Misión recogida en Religión en Libertad. Calatayud
siempre dice lo que piensa: “me cabreo con la Iglesia, porque creo que es
hora de dar un puñetazo en la mesa con el tema del laicismo. Ante el ataque
que hay contra los católicos, yo cerraría tres meses todos los servicios que
sostiene la Iglesia. ¿Que los católicos somos todos corruptos de menores y no
podemos decir lo que pensamos? Pues ale, que todos los pobres que atiende
Cáritas, San Juan de Dios, las monjas de tal y cual, vayan a los
Ayuntamientos o comunidades autónomas. ¿La Semana Santa? ¡A pasear, los
santos dentro de la iglesia! ¡Verás qué alegría para el turismo, los bares y
los hoteles! Ve a San Juan de Dios en Granada, a ver quién atiende a los
pobres. ¿Y en Valencia, dónde está la gente que llegó en el barco aquel? En
Cáritas. Los católicos tenemos que decir que la Iglesia es muy buena, con
‘hijoputas’ como en todos los gremios, pero que ya está bien de tomarnos el
pelo”.
Yendo a un
aspecto más personal de su fe, Emilio Calatayud confiesa que reza todos los
días. “Al morir mi mujer, el cura que celebró el funeral, al que conozco desde
hace mucho, dijo: ‘si Dios no existiera, la vida sería una faena muy gorda.
Pero Dios existe’. Por eso rezo”, afirma.
Por ello, se
considera muy afortunado a pesar de las desgracias que ha tenido que padecer
porque “en mi vida, mi fe me ha ayudado mucho para ser feliz”.
Su mujer,
Azucena, falleció en 2008 debido a un cáncer, y él mismo ha padecido otro de
próstata. Sobre esta experiencia, el juez de menores explica que “con el
cáncer, estás en manos de la ciencia y en manos de Dios. Y ya está".
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