La devoción al corazón herido de Jesús tiene sus orígenes en el siglo XI,
cuando los cristianos piadosos meditaban sobre sus cinco llagas.
Sin embargo, no fue hasta 1670 que el sacerdote francés P. Jean Eudes
celebró la primera fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.
Casi al mismo tiempo, una hermana piadosa con el nombre de Margarita María
Alacoque empezó a informar que tenía visiones de Jesús. Éste se le aparecía con
frecuencia y, en diciembre de 1673, le permitió –como había permitido una vez a
Santa Gertrudis– descansar su cabeza sobre su corazón.
El 8 de mayo de 1873 la devoción al Sagrado Corazón fue formalmente aprobada
por el Papa Pío IX, y 26 años después, el 21 de julio de 1899, el papa León XIII recomendó
urgentemente que todos los obispos del mundo observaran la fiesta en sus
diócesis.
El Papa León aprobó indulgencias por la devoción al
Corazón de Jesús.
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Al día siguiente de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, la Iglesia celebra la Fiesta del Inmaculado Corazón de María con la finalidad de manifestar que estos dos corazones son inseparables y que María siempre lleva a Jesús.
Esta celebración fue establecida por el Papa Pío XII en 1944 para que por medio de la intercesión de María se obtenga "la paz entre las naciones, libertad para la Iglesia, la conversión de los pecadores, amor a la pureza y la práctica de las virtudes".
San Juan Pablo II declaró que esta festividad en honor a la Madre de Dios es obligatoria y no opcional. Es decir, que debe realizarse en todo el mundo católico.
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