viernes, 30 de marzo de 2012

El verdadero educador. Parábola.


EL PC DE UN EDUCADOR
                                        Parábola para reconocer al verdadero educador

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Dos jóvenes iban de camino a sus casas, después de la reunión que habían tenido con el grupo de tiempo libre. Mientras hablaban, el educador se acercó y se puso a caminar con ellos. Charlaban de sus cosas, del tema que habían tratado, de la dificultad de llevarlo a la práctica, de cómo les iba en los estudios, de las pocas salidas laborales...
El caso es que el educador no dejaba de alentarles con palabras de ánimo y esperanza. Que si ellos eran el futuro, que Dios caminaba a su lado, que debían ser valientes y no arrojar nunca la toalla... No obstante veía en sus miradas retazos de desconfianza, de desilusión, de desesperanza, como si las palabras que salían de sus labios, les sonara a un hermoso cuento muy diferente a la historia real de sus vidas.
Cuando ya llevaban más de media hora caminando, uno de los jóvenes propuso entrar en la sala de máquinas a jugar unos billares. Invitaron, más por cortesía que por otra cosa, al educador y éste (para gran sorpresa de los jóvenes) aceptó la invitación...
Tuvieron que esperar unos minutos hasta que uno de los billares quedó libre. Al empezar el juego, el educador que no daba pie con bola y nunca mejor dicho, siguió con su charla y los jóvenes... los jóvenes empezaron a escucharle de otra forma y sus miradas adquirieron leves destellos de confianza y entusiasmo...

Al final se despidieron y cada uno fue para su casa, el educador por buen camino, pues tal vez tengan que pasar meses o incluso años (esta profesión-vocación es así) pero al final se les abrirán los ojos y el corazón y le reconocerán.

Amigo educador, antes de echar largas y pesadas peroratas a tus jóvenes, si no quieres que tus sabias y bellas palabras caigan en saco roto... haz lo mismo que el Maestro... Utiliza tu PC (Pártete y Compártete) parte tu tiempo, tus capacidades, tu experiencia y, por qué no, también tus errores y meteduras de pata y compártelas con tus jóvenes... Te aseguro que, tarde o temprano acabarán reconociendo al Educador amigo, al Educador cercano... y entonces sí, entonces tus palabras, no te quepa ninguna duda, calarán en lo más profundo de sus corazones.

José María Escudero Fernández

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