Este 27 de marzo de 2020 pasará a la historia por la bendición
Urbi et Orbi extraordinaria que impartió Francisco,
acompañada de indulgencia plenaria en las condiciones también especiales
por la pandemia del coronavirus. La Plaza de San Pedro, desierta, simbolizaba
la situación del mundo, asolado y aislado por el coronavirus que amenaza la
estabilidad de decenas de países y la vida o futuro de miles de millones de
personas.
El Papa Francisco eleva su suplica al Señor y nos pide
que confiemos en Él y respondamos a su llamada a “convertirnos”. “La oración es
nuestra arma vencedora”. También nos pide que sigamos el ejemplo de las
personas corrientemente olvidadas que están en el timón de la barca en estos
momentos de crisis sanitaria por la pandemia del coronavirus.
El Papa rezó emocionado ante la imagen de la patrona
de Roma, la “Salus Populi Romani”. Pidió su protección para la ciudad de Roma y
el mundo entero.
También se detuvo y rezó intensamente ante el
crucifijo milagroso de San Marcelo.
Luego rezó en silencio, adorando la Eucaristía.
El cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la Basílica
de San Pedro, anunció la bendición Urbi et Orbi y la posibilidad de
obtener la indulgencia plenaria.
Francisco se asomó de nuevo a la plaza. Desde el
umbral de la basílica bendijo con la Eucaristía a la ciudad de Roma y al mundo.
La bendición Urbi et Orbi normalmente se reserva para
la Navidad, Pascua y la elección de un nuevo Papa. Pero Francisco decidió
impartirla extraordinariamente para conceder la indulgencia, y recordar que la
bondad de Dios ante el sufrimiento que ha generado el coronavirus.
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