“La
pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la
dignidad de la persona”, afirma el nuevo texto sobre la pena de
muerte del Catecismo de la Iglesia Católica
El Papa Francisco ha aprobado con un Rescrito la
nueva redacción del artículo 2267 del Catecismo de la Iglesia
Católica sobre la pena de muerte. Así lo informa el Prefecto de la Congregación
para la Doctrina de la Fe, el cardenal Luis F. Ladaria.
El nuevo texto del
artículo sobre la pena de muerte es el siguiente:
“Durante mucho tiempo el recurso a la pena
de muerte por parte de la autoridad legítima, después de un debido proceso, fue
considerado una respuesta apropiada a la gravedad de algunos delitos y un medio
admisible, aunque extremo, para la tutela del bien común.
Hoy está cada vez más viva la conciencia de
que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera después de haber
cometido crímenes muy graves. Además, se ha extendido una nueva comprensión
acerca del sentido de las sanciones penales por parte del Estado. En fin, se
han implementado sistemas de detención más eficaces, que garantizan la
necesaria defensa de los ciudadanos, pero que, al mismo tiempo, no le quitan al
reo la posibilidad de redimirse definitivamente.
Por tanto la Iglesia enseña, a la luz del
Evangelio, que «la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad
y la dignidad de la persona», y se compromete con determinación a su abolición
en todo el mundo”.
La citación se refiere al discurso del Papa Francisco a los participantes en el encuentro promovido por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, el 11 de octubre 20187, mientras la aprobación tuvo lugar en el curso de la audiencia al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Luis Luis F. Ladaria, el 11 de mayo pasado, y la firma fechada 1° de agosto 2018, Memoria de San Alfonso María de Ligorio.
El texto anterior
El Catecismo de la Iglesia Católica
promulgado en 1992 había sido ya corregido en el párrafo sobre la pena de
muerte después de las afirmaciones de Juan Pablo II en la Encíclica Evangelium
vitae en el 1995. El texto enmendado decía:
“La enseñanza tradicional de la Iglesia no
excluye, supuesta la plena comprobación de la identidad y de la responsabilidad
del culpable, el recurso a la pena de muerte, si esta fuera el único camino
posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas. Pero si
los medios incruentos bastan para proteger y defender del agresor la seguridad
de las personas, la autoridad se limitará a esos medios, porque ellos
corresponden mejor a las condiciones concretas del bien común y son más
conformes con la dignidad de la persona humana.
Hoy, en efecto, como consecuencia de las
posibilidades que tiene el Estado para reprimir eficazmente el crimen, haciendo
inofensivo a aquél que lo ha cometido sin quitarle definitivamente la
posibilidad de redimirse, los casos en los que sea absolutamente necesario
suprimir al reo «suceden muy rara vez, si es que ya en realidad se dan algunos”
La carta del cardenal Ladaria a los obispos
El Rescripto del Pontífice es acompañado
por una carta del
cardenal Ladaria a los obispos de todo el mundo en la que el Prefecto de la
Congregación para la Doctrina de la Fe explica que “la nueva redacción del n.
2267 del Catecismo de la Iglesia Católica, “expresa un auténtico desarrollo de
la doctrina que no está en contradicción con las enseñanzas anteriores del
Magisterio. De hecho, estos pueden ser explicados a la luz de la
responsabilidad primaria de la autoridad pública de tutelar el bien común, en
un contexto social en el cual las sanciones penales se entendían de manera
diferente y acontecían en un ambiente en el cual era más difícil garantizar que
el criminal no pudiera reiterar su crimen”. (2 de agosto de 2018).
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