miércoles, 30 de noviembre de 2016

El padre Ángel inaugura un restaurante con cenas gratis para los sintecho

El padre Ángel, fundador de la ONG Mensajeros de la Paz, ha inaugurado en Madrid el primer restaurante de la cadena Robin Hood, que ofrecerá cenas gratis para personas sin hogar con la colaboración de cuatro cocineros con estrella Michelín, aunque espera que se sumen más.
Esta iniciativa, según indica el padre Ángel, tiene como objetivo que las personas sin hogar "puedan disfrutar igual que cualquiera de los que pagan". Precisamente, en estos restaurantes, encontrarán mensajes como 'wifi gratis', 'aquí se fía' o 'se pueden usar los servicios, aunque no haya consumición'.
El local, ubicado en la calle Eguilaz número 7, junto a la glorieta de Bilbao, a pocos metros de la parroquia de San Antón, donde la ONG presidida por el padre Ángel (premio Príncipe de Asturias de la concordia) ofrece diariamente más de 200 desayunos y 200 cenas gratis para los sintecho.
Los restaurantes estarán abiertos para la clientela en general por la mañana y a mediodía y por la noche sientan a su mesa gratis, con platos de cristal y servilletas de tela, a las personas 'sintecho'. Además, el padre Ángel plantea la posibilidad de ofrecer un menú de dos o tres euros para personas con pocos recursos económicos que no puedan permitirse cenar fuera de casa.
La idea es que en diciembre haya un total de cuatro o cinco restaurantes Robin Hood funcionando, bien como propiedad de Mensajeros de la Paz o bien a través de un convenio con los propietarios de los espacios. En la actualidad, el sacerdote tiene tres locales seleccionados para darles este fin, dos de ellos en Madrid capital y un tercero en Toledo.
“Son restaurantes normales y familiares donde para desayunar y comer irán los que pueden pagar y por la noche irán todos los de la iglesia de San Antón a cenar”, ha subrayado el fundador de Mensajeros de la Paz, a la vez que ha aclarado que “no se trata de robar a los ricos para dar a los pobres, sino de que aquellos que tienen mejores recursos y más suerte, compartan con los que están pasando una mala etapa”.
El padre Ángel ha explicado que las personas sin hogar y sin recursos que acudan a los restaurantes a cenar contarán con todas las comodidades. De esta forma, la cena --no un bocadillo frío sino un plato caliente-- se servirá en mesas con mantel, platos de cristal, servilletas de tela y camareros de profesión.
El sacerdote asturiano está convencido de que este tipo de acciones puede sacar de la calle a cientos de personas: "No podemos pretender que la gente encuentre un trabajo y salga de la calle si no tiene el estómago lleno, un techo, un lugar donde asearse. Si no se les da la posibilidad de estar fuertes, lúcidos y limpios nunca podrán insertarse de nuevo en la vida laboral”. Así, el proyecto se convierte en una vía para dignificar a las personas “sin techo”, para apoyarles en la búsqueda hacia la vida normal que desean. Ellos mejorarán y nuestro país, también. Esa es la tesis del padre Ángel.
El amor en la Iglesia de San Antón




Cuando Alfonso Santamaría, de 46 años, entró por primera vez en la Iglesia de San Antón, en el barrio de Chueca, hace ocho meses, no imaginaba que la vida estaba a punto de darle un vuelco radical. Llevaba 90 días viviendo en la calle, después de quedarse en el paro y discutir con su hermana con la que vivía en un barrio céntrico de Madrid. “Yo tenía el ánimo muy bajo, mi madre había fallecido, mi padre estaba en una residencia y mi hermana, a la que yo le pagaba un alquiler, me pidió que me fuera de su casa tras una discusión. Yo tenía el ánimo por los suelos y no conseguía ver la luz”.
La Iglesia de San Antón le ofreció ropa, desayuno caliente y un bocadillo al día, gente con la que ver el fútbol, alguien que le escuchaba y la posibilidad de enamorarse de nuevo. Todo eso le ocurrió de repente, en su momento más bajo, cuando más baja tenía la autoestima. "Uno piensa que con esas circunstancias nada te puede salir bien”.
Almudena, que pronto llegará a los 40, llevaba ya más de tres años en la calle. “Yo era adicta a las pastillas, tenía depresión y me había ido de casa de mis padres porque me enamoré de un chico conflictivo. Él me dejó poco tiempo después y me dio vergüenza volver a casa, tenía la autoestima por los suelos, me consideraba una mierda y me daba miedo pensar que no me aceptarían. Luego todo pasa muy rápido. La primera noche que me vi sola en la calle dormí en la plaza de Ópera, y a partir de ahí cada día que viene inviertes toda tu energía en qué vas a comer, dónde vas a dormir, que nadie te haga daño, que tienes frío. No te quedan fuerzas para pensar a largo plazo. Al dormir en la calle descansa tu cuerpo, pero la cabeza siempre está alerta. Pensar en cómo dormir hoy no te deja ver que quizás haya forma de salir de esta mierda”, dice la madrileña con lágrimas en los ojos.
Los dos coinciden en que conocer al Padre Ángel les ha cambiado la vida. Están enamorados, piensan en casarse en el mismo lugar en el que se conocieron y tienen por primera vez desde que son “sin techo” la certeza de que la salida a su complicada situación está más cerca. “Nosotros queremos salir de la calle, pero sin apoyo es imposible. Cuando conseguimos algún trabajillo – Alfonso es churrero y ha trabajado durante mucho tiempo en la construcción-, la gente no quiere alquilarnos habitaciones en su casa porque se dan cuenta de que estamos demacrados, delgados, que tenemos la dentadura estropeada y no confían. Eso te hace sentir que eres lo peor de la sociedad".
El 'padre' que cambia la vida
Que alguien les abrace como el padre Ángel, que les dé un plato caliente o algo de chocolate es lo que más les reconforta. "Te anima a luchar para salir adelante por ti mismo, pero también por la gente que confía en ti. Porque se lo debes, y nosotros queremos ganar un sueldo para tener un techo, comer y ayudar a los que estén como ahora estamos nosotros”, dice Alfonso, comprometido con ayudar a los restaurantes Robin Hood en cuanto consiga ingresos estables.
Para Almudena y Alfonso las noches son cada día una aventura distinta. Ahora duermen en el aeropuerto de Barajas, detrás de unas columnas. “Allí al menos no llueve y sobre todo, nos sentimos seguros. La calle es terrible y allí por lo menos hay seguridad y pasamos desapercibidos entre la gente que tiene que esperar un avión de noche”. No ahorran, porque pagar el metro de ida y vuelta desde Barajas supone 8 euros por cabeza al día pero merece la pena porque en la calle cada vez hay más competencia y el índice de “sin techo” se ha incrementado muchísimo en los últimos dos años. Incluso hay peleas para dormir en la calle.
Los cajeros y las salidas de aire caliente de los metros son ahora el paraíso de los que no tenemos hogar y conseguir uno es casi como que te toque la lotería”, dice Almudena sonriendo. Y conseguir comida tampoco era una misión fácil. Existen muchos centros sociales y comedores, pero hace falta estar empadronado. Allí las colas son muy largas y el ambiente muy difícil.
Al padre Ángel le resulta precario entregar una bolsa de comida a las personas que tienen que alimentarse en los portales, de pie, con frío. “Eso desmotiva y deprime a cualquiera. La gente tiene que comer algo caliente y sentarse a una mesa, es importante ayudarles a recuperar su autoestima, a mantener su salud y recordarles que, igual que llegaron a esa situación, es posible salir de ella”, dice el religioso. Por ello quiere que ricos y pobres utilicen los mismos recursos. Servilletas de tela, vasos de cristal y nada de cubiertos de plástico. Porque los “sin techo” también necesitan sentirse integrados y ser más felices. “Compartir sus historias personales les harán estar más cerca unos de otros, porque de verdad que unos y otros no somos tan distintos”.
Apoyo de Masterchef y famosos a la iniciativa del Padre Ángel
Al acto de inauguración del primer Robin Hood acudieron los chefs Miguel de la Fuente (Hotel Intercontinental), Julius Bienert (del Canal Cocina) y Pepe Rodríguez (de El Bohío) y juez del programa de televisión Masterchef, además de la actriz Cayetana Guillén Cuervo.
Emma, la maestra de Burgos
Sobre ello, Emma García, maestra de 27 años nacida en Burgos y afincada en Madrid, piensa: “Es estupendo que personas de escasos recursos puedan probar la comida de personas de renombre. Creo que también debe ser gratificante para un cocinero de prestigio que su comida sirva para hacer disfrutar a aquellos que tienen muy pocas alegrías y oportunidades. Es una idea excepcional”. Ella, que actualmente no trabaja ya que decidió dejar el centro en el que ejercía cuando su hija Nora, de tres años, nació con una enfermedad rara, está convencida de que hay que ayudar a las personas sin hogar: “Hay muchas razones que pueden llevar a una persona a vivir en la calle o quedarse sin recursos. Una enfermedad, una depresión, un paro prolongado. Me parece muy importante que las personas desfavorecidas puedan sentarse en compañía de la gente que aprecia y tener un ratito de normalidad que les ayude a olvidarse que están viviendo en la calle".
Emma sabe que hay muchas personas de su entorno que son críticas con este tipo de iniciativas y comprende que “en todos los lugares hay personas abusivas, que se aprovechan de estas iniciativas o que buscan el conflicto, y eso genera desconfianza entre los que podrían ayudar, pero no se puede generalizar y creo que hay más gente que necesita y merece apoyo para salir adelante. Si se ayudan a veinte personas, y hay tres entre ellas que no se lo merecen, pero muchas otras que sí. ¡Merece la pena!”.
La joven burgalesa compartió más de dos horas de tertulia con Almudena y Alfonso, y los tres concluyeron su encuentro convencidos de que tienen mucho más en común de lo que pensaron cuando el Padre Ángel los presentó. Emma se emociona al explicar que tuvo que trasladarse a vivir a Madrid: "Mi hija tiene el síndrome nefrótico congénito finlandés, y por sus problemas de riñón la están tratando en Madrid para que yo pueda ser su donante. Me ha emocionado mucho saber que Alfonso, que lleva casi un año viviendo en la calle, fue donante de riñón de su madre hace seis años. Y le operaron en el Hospital La Paz también, como harán conmigo. Yo por amor a mi hija y él por amor a su madre. Todos tenemos problemas y si no tienes apoyo familiar, ni un colchón de ahorros, ni trabajo estable. Es fácil bajar los escalones de la pobreza. Ayudar es tan sencillo como elegir restaurantes con conciencia social como éste. No hay que hacer un esfuerzo a mayores, ayudar es tan sencillo como disfrutar de estar aquí. Yo seguiré comiendo en este restaurante si eso ayuda a otras personas a tener una nueva oportunidad”, asegura Emma.
El Padre Ángel, Alfonso, Almudena y Emma se despiden emocionados tras compartir una cena en la que por algunos momentos todo fue distendido y normal; una rutina ansiada por aquellos para los que cenar hasta hoy era un lujo y convencidos de que, tras compartir sus razones para unirse a esta nueva “locura” del sacerdote, saben que otro mundo es posible.


Fuentes: Europa Press y diario El Español

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