Enganchado a las drogas duras a
los 16 años, hoy es fraile franciscano.
"Mi experiencia de muerte, así como el testimonio de mi
madre y mi hermana, me llevó a pedir ayuda y comencé a invocar el nombre del
Señor Jesús… Me tocó la catequesis de un padre franciscano, parecía como si yo
le hubiese contado mi historia (...) explicaba como el mal, a través de lo
atractivo del mundo, que presenta una felicidad aparente, busca destruir
nuestro cuerpo que es el templo del Espíritu Santo, morada de Dios, lugar donde
podemos hacer experiencia de Él"
"Desde que era pequeño mi familia, sobre todo por
problemas económicos, vivía grandes dificultades relacionales, especialmente
entre mi madre y mi padre. Al terminar la escuela media comienzo a trabajar con
mi padre en su empresa de construcción; en esos años, para huir de la fatiga
familiar, comienzo a frecuentar ‘malas compañías'. Para mantener el paso con
ellos, comencé a beber, hacer uso de las drogas ligeras, luego más pesadas,
también para anestesiar el dolor que llevaba en el corazón", narra Daniele
en entrevista con la “Rivista Porziuncola” de los franciscanos.
Su abuso de las drogas fue tal que con tan sólo 16 años se
convierte en un toxicodependiente."Por siete años no pude salir de esa
esclavitud: sabía que era malo, pero ya estaba dentro de un círculo vicioso, no
pude evitarlo; era muy débil, y cuando quise salir me di cuenta que era muy
tarde y mi voluntad estaba muy débil. Fui donde los psicólogos, traté de tomar
medicamentos para la abstinencia, pero los resultados fueron escasos",
comenta el joven.
En un principio Daniele escondió su situación a su familia,
pero al empeorar, sus padres se dan cuenta de lo que estaba viviendo. "Mi
madre me animó, estuvo cerca de mí y me amó como era".
Fue justamente por medio de la madre que la paz regresó al
hogar de Daniele: "Ella, de joven, luego de recibir los sacramentos, se
alejó de la Iglesia, pero tras varios años se acercó de nuevo, precisamente por
causa de la dolorosa relación que estaba viviendo con mis padres. Esta relación
era su cruz: aquella cruz tenía un nombre, mi padre Carlo, quien se encontraba
en una situación muy difícil después de haber perdido su trabajo".
El joven franciscano cuenta que su madre encontró
consolación en un grupo de amigas que rezaban el Rosario: "María la
reconduce al Hijo suyo: en la oración, en la Palabra en los sacramentos. Allí
encuentra la fuerza para estar en esa situación de dolor, y decide estar al
lado de mi padre y amarlo así, como era (...) Esto permite a Aquel que ha
vencido la muerte de llevar su salvación a nuestra familia y hacer nuevas todas
las cosas".
Un testimonio de fe de la madre que muy pronto sirvió de
ejemplo para la hermana de Daniele, Chiara Redenta, quien sintió la llamada de
Jesús e ingresó a las Clarisas en el año 2005."En ese momento mi
experiencia de muerte, así como el testimonio de mi madre y mi hermana, me
llevó a pedir ayuda y comencé a invocar el nombre del Señor Jesús", agrega
el joven.
Pero su conversión llegó en noviembre del año 2006 cuando su
madre lo invitó a participar en un congreso durante la Solemnidad de Cristo Rey
del Universo. "La Palabra que guiaba el Congreso era un verso del salmo
107, 14: ‘Los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte, y rompió sus
prisiones'. Me tocó la catequesis de un padre franciscano, parecía como si yo
le hubiese contado mi historia (...) explicaba como el mal, a través de lo
atractivo del mundo, que presenta una felicidad aparente, busca destruir
nuestro cuerpo que es el templo del Espíritu Santo, morada de Dios, lugar donde
podemos hacer experiencia de Él".
El joven decide hablar con el sacerdote franciscano, le
cuenta que es un adicto y le pide que ore por él. "El fraile me invitó que
le pidiera a Jesús que interviniera, me bendice y regreso a mi puesto. Luego un
sacerdote pasó con Jesús Eucaristía en medio de 600 personas (...) Jesús pasó a
mi lado, luego regresó al altar y yo sentí dentro de mí el deseo de ir y tocarlo
(...) Lo toqué y regresé a mi puesto".
Menos de dos años después de esta experiencia, el 29 de
septiembre de 2008, y tras vivir dos convivencias con los Franciscanos en Asís,
el joven Daniele entra al postulantado de los Frailes Menores.
"El sufrimiento en nuestra familia se ha revelado
pedagógico: acogido en la fe, ha preparado nuestros corazones para acoger el
Misterio (...) Solo Él dice: ‘he venido para que tengan vida y la tengan en
abundancia", comparte el joven franciscano.
Fuente: http://caminocatolico.org/
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