«El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.»
- Comentario Ev. 13 sep. (Ciudadredonda-Julio César Rioja, cmf)
- Comentario J. Pagola
- Homilía (Pg. Javier Leoz)---
- Recursos ACG (Acción Católica)
- Comentario Ev. (Regina Governa)
- Reflexión del domingo (Asun Gutiérrez)----
- Presentación (J. Flecha vía Ecclesia)
- Evangelio ilustrado B/N
«El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.»
- Comentario Ev. 13 sep. (Ciudadredonda-Julio César Rioja, cmf)
- Comentario J. Pagola
- Homilía (Pg. Javier Leoz)---
- Recursos ACG (Acción Católica)
- Comentario Ev. (Regina Governa)
- Reflexión del domingo (Asun Gutiérrez)----
- Presentación (J. Flecha vía Ecclesia)
- Evangelio ilustrado B/N
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de
Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus díscípulos: «¿Quién
dice la gente que soy yo?»
Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?»
Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías.»
Él les prohibió terminantemente decirselo a nadie. Y empezó a
instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser
condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y
resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad.
Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se
volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Quítate de mi
vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!»
Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera
venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me
siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda
su vida por mí y por el Evangelio la salvará.»
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de
Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus díscípulos: «¿Quién
dice la gente que soy yo?»
Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?»
Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías.»
Él les prohibió terminantemente decirselo a nadie. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad.
Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!»
Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.»
Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?»
Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías.»
Él les prohibió terminantemente decirselo a nadie. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad.
Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!»
Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.»
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