Probablemente Benedicto XVI emanará un motu proprio, es decir, un
documento que contiene las normas que regulan algunos aspectos del
conclave y de la sede vacante. Esta iniciativa se ha hecho necesaria
porque la hipótesis de la renuncia al propio ministerio por parte de un
Papa, aunque estaba prevista por el código de derecho canónico, no está
minuciosamente regulada por la constitución apostólica Universi Dominici Gregis
que gobierna toda la materia de la sucesión de un pontífice. Las de
Benedicto XVI serían reglas novísimas junto a normas milenarias, como
explicó a los periodistas de la sala de prensa vaticana el vice prefecto
de la Biblioteca apostólica vaticana, Ambrogio Piazzoni.
La norma que atribuye sólo a los cardenales el derecho y también el
deber de elegir al Papa tiene más de 900 años. La estableció el Papa
Nicolás II en 1059.
Pero se le olvidó indicar con qué mayoría debía ser elegido el Papa, y
para los 120 sucesivos sucedía que grupos enfrentados de cardenales
elegían papas y antipapas.
Demasiado desorden, por lo que en 1179 se estableció una mayoría de dos tercios para la elección válida del pontífice.
Sucedía sin embargo que los cardenales tardaban demasiado en alcanzar
esta mayoría para ponerse de acuerdo en el nombre del nuevo Papa. Se
llegó al colmo en 1270 con ocasión del conocido como conclave de
Viterbo, cuando, llevando ya la sede vacante más de 33 meses, los
habitantes de esta ciudad italiana encerraron bajo llave a los electores
en la sala grande del palacio papal y descubrieron parte del techo para
obligarles a decidir rápido. El papa elegido en esa ocasión, Gregorio
X, testigo de este hecho, instituyó el conclave verdadero y propio en
1274, una institución para garantizar la libertad de los cardenales
electores y también un tiempo reducido para la elección del Papa.
Gregorio X estableció que los cardenales se reunieran en un lugar
cerrado con llave por dentro y por fuera, con una especie de rueda para
hacer pasar la comida, y para obligarles a no dudar demasiado,
estableció que la cantidad de alimento destinada a los purpurados se
fuese reduciendo progresivamente con el paso de los días hasta llegar a …
¡pan y agua!
Por el mismo motivo, durante el periodo de sede vacante, las rentas de
los cardenales eran confiscadas por el Camarlengo – el cardenal que
gobernaba en este periodo – el cual las entregaba después al nuevo Papa.
El conclave como lo conocemos hoy, por tanto, tiene “sólo” 738 años, y
este es el motivo por el que después de Benedicto XVI se celebrará el
75° conclave, aunque los papas en la historia hayan sido 265.
Y aún más “joven” es el voto secreto y escrito de los cardenales, que se remonta al 1621 con el Papa Gregorio XV.
En 1922, el Papa Pío XI (el cardenal Achille Ratti) fue elegido en
ausencia de los cardenales americanos, que no consiguieron llegar a
tiempo: por esto, él estableció mediante motu propio que el tiempo de
comienzo del conclave, que antes estaba fijado en 10 días después del
comienzo de la sede vacante, se aumentara a 15 días.
En 1970, el Papa Pablo VI estableció que pudieran entrar en el conclave
con derecho a voto sólo los cardenales que no hubieran cumplido los 80
años: las protestas fueron muchas, pero la norma sigue aún hoy en vigor.
En 1975, el mismo Papa fijó en 120 el número máximo de cardenales
electores y precisó también el momento exacto en el que el elegido se
convierte en Papa: en el momento en que responde “Sí, acepto”.
Pero para que se fijara de una vez por todas el lugar en el que debía
tener lugar el conclave, hubo que esperar a Juan Pablo II. En 1996
promulgó la constitución apostólica Universi Dominici Gregis,
aún en vigor, que establece que el lugar del conclave sea la Capilla
Sixtina del Palacio apostólico vaticano, un lugar que “inspira
particularmente al coloquio con Dios”.
Fuente: http://www.aleteia.org/
sábado, 2 de marzo de 2013
¿Por qué el próximo conclave es el 75° mientras que los Papas son 265?
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