Niños
trabajando en una mina de Ndola-Ndola, cerca de Itebero. | G. C.
|
Aquí dejo esta interesante entrevista realizada por Gabriela Sánchez para el diario elmundo.es a la misionera Nuria Juvanteny.
"Para que nosotros usemos nuestro móvil hay gente que
tiene que morir"
MÁS INF.: ¿Qué le pasa a mi móvil?
"Para que nosotros usemos nuestro móvil hay gente que tiene que morir. No podemos dejar que esto continúe, debemos buscar soluciones", lamenta Nuria Juvanteny, hermana carmelita con 25 años de experiencias en África, siete de ellos en El Congo. El 80% de los recursos mundiales de coltán, mineral clave en las nuevas tecnologías, se encuentra en el este del país. "Para extraerlo los rebeldes utilizan a jóvenes y niños. He visto imágenes donde los soldados azotan a menores cuando éstos caen rendidos tras horas de trabajo para obligarles a continuar en su búsqueda del mineral. ¿Cuánto van a vivir? Muchos acaban muriendo en las minas".
El conflicto
del este del Congo ha acabado con cinco millones de personas desde 1998, según
Intermon Oxfam. Sus orígenes se remontan a la lucha étnica entre las tribus
hutus y tutsis. La lucha continúa pero, desde los años 90, las milicias
concentraron sus esfuerzos en el control de las minas. El este del país es la
zona más rica en dos minerales imprescindibles para la fabricación de
tecnología compacta: coltán y casiterita.
La misionera
aunque diferencia entre el conflicto étnico y la explotación de los
minerales del este, considera que todo está relacionado y cree en la existencia
de un objetivo común: "Las dos milicias formadas por tutsis y hutus luchan
por lograr el control de los valiosos recursos del este del país, donde también
intervienen los intereses de las grandes potencias", considera la hermana
carmelita. Incluido el coltán.
"Sus
armas son las mujeres, pueden ser violadas y maltratadas durante
días",
explica con rabia en sus ojos. Los rebeldes tutsis emplean la
expansión del terror para controlar los diferentes poblados. "Los
guerrilleros llegan a las casas y se llevan a las mujeres y niñas a la selva.
Quieren abusar de ellas, son verdaderamente sus esclavas". Muchos niños
también son víctimas de secuestros con el fin de utilizarlos como soldados,
obligados incluso a asesinar a sus propios familiares.
'Sus armas son las mujeres'
Un minero en
las mina de Luissia. | J. F. F.
|
A pesar de situarse
en el otro extremo del país, las secuelas del conflicto del este llegan hasta
Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo, donde Nuria
Juventeny dedica su vida a diferentes proyectos humanitarios. Rosita, como la
hermana le llama, tuvo que andar durante días hasta llegar a la ciudad.
"Nos avisaron de que había una niña tirada en la puerta de nuestra casa,
necesitaba un médico: tenía muchas infecciones, había sido violada y estaba
embarazada".
Tenía 14 años y había logrado huir de los rebeldes
que la retenían. "Nos contó cómo irrumpieron en su casa. Mataron a toda
su familia, sólo recuerda ver viva a su abuela, y se llevaron a la niña
junto con su hermanita pequeña. Por la noche las violaron y, 'a palos', las
obligaban a cumplir órdenes de los soldados".
La niña hutu
se quedó bajo el cuidado de Nuria y del resto de las hermanas carmelitas.
"Quería encontrar a su abuela, no paraba de decirlo. 'Buscadla, por
favor', repetía". No era posible. No sabían en qué rincón de la selva se
encontraba su poblado, el acceso al este del país es de extrema dificultad
y era arriesgado tratar de localizarla. "Buscamos en un barrio donde había
mucha gente del este, no localizamos a su abuela pero conseguimos encontrar una
familia que decidió acogerla cuando supieron cuáles eran sus orígenes".
"Cuando
la niña comprendió que estaba embarazada mostró un gran rechazo pero entre unos
y otros conseguimos convencerla. Me pidió que eligiese un nombre para él",
reconoce Nuria. Hoy Jordi tiene un año. No obstante, el trauma continúa en la
mente de la que aún es una niña. "Le gustaría volver su pueblo pero no
puede ser, los rebeldes continúan allí".
La huida del este
Rosita no es
la única que ha huido en busca de paz. Medio millón de personas se
encuentran desplazadas por el conflicto. Muchos salen de los poblados del
este hacia campos de refugiados, otros continúan caminando hasta alcanzar la
capital. "Les vemos viviendo en la calle, llegan destrozados. Tratamos de
cuidarles y hacer lo que podamos... No puedo tener una actitud fría con respecto
a este conflicto cuando he visto a hombres que parecen esqueletos. ¿Qué vamos a
hacer? Te sientes muy impotente delante de esa humanidad que anda por
las calles sin saber qué hacer, ni dónde ir".
¿Quién tiene
el control de las minas? ¿Quién permite o fomenta las explotaciones
denunciadas? "El ejército congoleño debería controlarlas pero la realidad
no es ésta: continúan al frente los rebeldes". Éstos dicen que el Gobierno
del Congo no ha respetado el pacto de paz de 2009. El Ejecutivo lo niega, acusa
a Ruanda de financiar a las milicias para continuar enriqueciéndose a su costa.
La hermana
cuenta cómo los camiones traspasan las aduanas casi sin control,
repletos de kilos del valioso mineral. Considera que la incapacidad para lograr
el acuerdo es intencionada ante los intereses intrínsecos del conflicto, ante
la riqueza escondida en su continuación. "Toda la mercancía pueda salir
del Congo sin problema alguno, Uganda y Ruanda lo permiten. Si las minas se
están explotando de esta forma tan injusta es porque está consentido bajo el
escaso control", sostiene la religiosa.
Ante la
supuesta escasez de medidas para evitar continuas vulneraciones de derechos
humanos sufridas por la población del este, Juvanteny se pregunta: "¿Qué
hace la ONU?" No posee la respuesta. "Ellos son los primeros que
tendrían que proteger a la población, que deberían evitar que los rebeldes
llegasen a los poblados y los abusos soportados por los trabajadores de las
minas... pero todo sigue igual". dice sin tapujos la hermana Nuria.
En la otra
cara de la moneda se encuentran las multinacionales: empresas de
telefonía móvil, de nuevas tecnologías, de ordenadores. Todos ellos
dependientes de su dosis de coltán. A partir de los años 90 el precio de
este mineral se disparó, lo que despertó la búsqueda de materia prima barata:
el este del Congo se la ofrece a cambio de cinco millones de muertos desde
finales de esa década.
"¿Cómo puede haber evolucionado la tecnología
tan rápido sin que sus precios sean desorbitados? Les dan coltán a precios
ridículos y ellos pueden crear toda la tecnología que quieren mientras esta
gran injusticia continúa silenciada", clama una vez más la hermana
Juvanteny.
No hay comentarios :
Publicar un comentario