Foto facilitada por Museo Internac. de la Reforma
de la exposición
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La historia
impresa del perfume no se limita al acto superfluo de admirar cuerpos hermosos
retratados en revistas de moda, sino que puede leerse a través de las páginas
de la Biblia, donde lo profano se convierte en sagrado y donde cada aroma, en
apariencia anodino, evoca un encuentro místico.
"Perfumes antiguos, fragancias bíblicas"
es el título de la exposición que el Museo Internacional de la Reforma, en
Ginebra, acaba de prorrogar por el gran éxito recibido de crítica y público.
En la
Antigüedad el perfume responde a cuestiones de orden religioso, sagrado, pero
conforme pasan los siglos, las fragancias comienzan a adquirir un valor
terapéutico, de higiene y de prevención de contagio de enfermedades, para
finalmente adquirir un uso esencialmente hedonista.
La
exhibición muestra doce ingredientes aromáticos que son citados con asiduidad
en la Biblia Hebraica, pero también en el Nuevo Testamento.
Los más
conocidos son la mirra y el incienso que los Tres Reyes Magos ofrecen al bebé
que acaba de nacer en Belén; o el nardo que usa una mujer para perfumar la
cabeza y los pies de Jesús de Nazaret:
"¿Por
qué este desperdicio de perfume? Se podía haber vendido y distribuir el dinero
entre los pobres", se indigna un testigo de la escena. Y Jesús responde: 'Me
está perfumando anticipadamente mi cuerpo para la sepultura", cita el
Nuevo Testamento.
Foto facilitada por Museo Internac. de la Reforma
de la exposición
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La muestra
es, literalmente, un recorrido olfativo por los libros que millones de judíos y
cristianos en el mundo consideran el texto más sagrado que existe.
Los aromas
están a disposición del visitante, que puede sentir los efluvios tras o, antes
de, haber leído uno de los pasajes de la Biblia donde se le cita.
Una de las
esencias más conocidas y que, en la práctica aún se usa, es el incienso,
símbolo de la alianza entre lo humano y lo divino.
La reina de
Saba le ofreció al rey Salomón; los Tres Reyes Magos al niño Jesús; Nerón lo
utilizaba como ungüento para curarse las heridas de su cara tras una noche de
orgía; las iglesias católicas y romanas aún lo usan, mientras que las iglesias
reformadas lo han suprimido para concentrar la atención de los fieles a la
escucha de la palabra sagrada.SIGUE...
La mirra es
utilizada en la Biblia como instrumento de seducción femenina -lo usa Esther
como aceite de masajes antes de encontrar al rey Assuérus- pero especialmente
como ritual, dado que es el principal elemento del aceite de unción, y es usado
para calmar las heridas de Jesús tras la crucifixión.
El arrayán,
el bálsamo, el junco, el ládano, la canela, el galbanum, la henna, el azafrán,
y el storax son los otros efluvios presentes en la muestra, que también hace
descubrir al visitante dos composiciones perfumadas de la Biblia.
El primero
es el efluvio del altar de los perfumes y el segundo es el aceite de unción;
ambos se citan en el libro del Éxodo en el que se explica el recorrido entre el
nacimiento hasta la libertad del pueblo de Israel.
Tras partir
de Egipto, y durante el viaje a través del desierto, se establece una nueva
relación con "lo divino", y para sellar este encuentro, Moisés le da
al pueblo un código con instrucciones precisas para organizar el culto.
El altar de
los perfumes y el aceite de unción son los elementos esenciales: sin aceite no
hay celebrante, sin perfume, no hay plegaria.
Finalmente,
la exhibición se aleja de lo sagrado para adentrarse en lo práctico con tres
"perfumes históricos", compuestos, muchos de ellos, por varias de las
esencias que se presentan individualmente en la exposición.
El perfume
real, muy usado en la antigüedad antes de nuestra era; el agua de ángel,
especialmente apreciado en el Renacimiento; y el perfume antipeste, uno de los
únicos métodos para prevenir la enfermedad.
Todas estas
esencias han sido recreadas por la firma ginebrina Givaudian, líder mundial de
la creación de aromas y perfumes, que tiene su sede, precisamente, en Ginebra.
Marta Hurtado- Agencia EFE
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