El día 28 de Agosto los católicos recordamos a San Agustín de Hipona un incansable buscador de la felicidad. Probó casi todo, pero sólo Jesucristo llenó su inquieto corazón.
Nos acercamos a él mediante 3 propuestas:
- Carta dirigida a los jóvenes
- Frágmentos breves de sus escritos
- Enlaces de interés y PELÍCULA (ver enlace abajo)
Queridos
jóvenes:
Supongo que os sorprenderéis de esta carta después de tanto tiempo sin saber a
penas quién soy y sin haberme decidido a hablar con vosotros antes.
Bueno me presentaré: soy Agustín, el de Hipona, ese que nació en Tagaste en el
año 354 y que luego fue obispo y después santo,...pues ese soy yo.
Seguro que algo habréis oído hablar de mí, seguro que conocéis a alguno de los
míos bien porque os dan clase, bien por la catequesis, el deporte, los grupos
juveniles,...pero no sé si sabéis quién soy yo.
SIGUE...
Os cuento (y perdonad el rollo), yo fui un chaval feliz, con amigos (siempre
con amigos) que tenía un culo inquieto y me explico: no paraba un momento,
estudié en Tagaste y Madaura ( en el Norte de África), estuve en Cartago, en
Roma, en Milán,... fui pagano (como mi padre Patricio), luego miembro de una
secta llamada de los maniqueos, luego caí en el escepticismo (agnóstico para
aclararnos) hasta que por fin reposé mi corazón en Cristo y me bauticé
cristiano.
Durante todo este tiempo tuve una novia, casi mi mujer con la que tuve un hijo,
pero antes viví el ambiente de Cartago, que me fascinaba con sus noches de
fiesta, sus teatros, su música, sus mujeres y su buen vino.
Fue una vida que creo que no es muy diferente de la que vosotros lleváis cuando
salís el fin de semana. Una vida llena de juergas, borracheras, sexo y ruidos
que aunque no me llenaban la vida, la hacían más llevadera.
Como os decía antes, siempre tuve ganas de buscar la Verdad y siempre partí de
mis amigos...ellos me acompañaban en las juergas y en los estudios, ellos me
apoyaban en mis depresiones y malos rollos y compartíamos juntos nuestras
alegrías... ¡no sé qué hubiera sido de mi sin ellos!
Mi madre Mónica me daba mucho la "vara" con esto del cristianismo y
yo pensaba que era cosa de mayores e ignorantes y ni siquiera me paraba a
escuchar: ¡cómo una persona inteligente, con su vida programada y montada iba a
creer o a comprometerse con esas tonterías!...pero un día pasó: entre el ruido
y mis planes de futuro oí algo, no sé si fue una llamada o simplemente el hecho
de pararme a pensar sobre mi vida, sobre lo que hacía.
Y bueno, llegó mi "conversión", descubrí otro camino, otra
alternativa a la vida que llevaba hasta entonces. Aposté por ese camino,
después de mucho pensar y os aseguro que me dio la felicidad.
Por esto os escribo, para contaros mi vida y para que sepáis que algunos de los
míos irán a veros pronto y ellos os contarán cómo vinieron a mi, por qué son
ahora de los míos, que dudas y problemas tienen, cómo es su vida, si son
felices,...
No os quiero aburrir más, pero os pido un favor, cuando lleguen escuchadles,
siempre merece la pena conocer algo distinto.
2- Fragmentos de los escritos de S. Agustín
¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan
nueva, tarde te amé! Y, sin embargo, Tú estabas dentro de mí, y yo fuera, y por
fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre las cosas hermosas que
Tú creaste. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo. Me retenían lejos de
Ti esas cosas que, si no estuvieran en Ti, no existirían. Llamaste y clamaste,
y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, e hiciste huir mi ceguera.
Exhalaste tu perfume, y respiré, y suspiro por Ti; gusté de Ti, y siento hambre
y sed; me tocaste, y me abrasé en tu paz. (Confesiones X,27)
ELOGIO DE LA
CARIDAD
Por tanto, hermanos, perseguid la caridad, dulce y
saludable vínculo de los corazones; sin ella, el más rico es pobre, y con ella
el pobre es rico. La caridad es la que nos da paciencia en las aflicciones,
moderación en la prosperidad, valor en las adversidades, alegría en las obras
buenas; ella nos ofrece un asilo seguro en las tentaciones, da generosamente
hospitalidad a los desvalidos, alegra el corazón cuando encuentra verdaderos
hermanos y presta paciencia para sufrir a los traidores. …
La caridad es la única que no se entristece por la
felicidad ajena, porque no es envidiosa. Es la única que no se ensoberbece en
la prosperidad, porque no es vanidosa. Es la única que no sufre el
remordimiento de la mala conciencia, porque no obra irreflexivamente. La
caridad permanece tranquila en los insultos; en medio del odio hace el bien; en
la cólera tiene calma; en los artificios de los enemigos es inocente y
sencilla, gime en las injusticias y se expansiona con la verdad. …
Busca, pues, la caridad, y meditando santamente en
ella, procura producir frutos de santidad. Y todo cuanto encuentres de más excelente
en ella y que yo no haya notado, que se manifieste en tus costumbres.
(Sermón 350, 2-3)
- Documental San Agustín de Hipona:
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