El día 15 de julio los cristianos recordamos a San
Buenaventura (1221
-1274) que brilló por su humildad, su sencillez, su santidad y sus
escritos. Estas virtudes hicieron que se
le destacase como Santo y Doctor de la Iglesia. Con el recuerdo agradecido a mi
querido profesor de Filosofía Antigua y Medieval, Eleuterio López y con el
deseo de que ayude al lector a buscar la verdad y a Dios, traemos aquí varios fragmentos escritos por el santo.
En este texto, San Buenaventura expone el tema
de la existencia de Dios como algo indudable para el alma humana:
"Además, el alma racional tiene en sí arraigado el
conocimiento de sí misma, puesto que el alma está presente a sí misma y es por
sí misma cognoscible, ahora bien Dios está presente a la misma alma en grado
sumo y es por sí mismo cognoscible, luego en la misma alma está arraigado el
conocimiento de su Dios. Si replicas que no hay paridad, porque el alma está
proporcionada a sí misma, mas Dios no es proporcionado al alma, respondo que la
objeción es nula; porque, si el conocimiento exigiese necesariamente la
proporcionalidad, el alma nunca alcanzaría el conocimiento de Dios, porque no
puede proporcionársele, ni por naturaleza, ni por gracia, ni por gloria. Por
estas razones se demuestra ser indudable para el alma humana la existencia de
Dios, verdad que lleva en sí naturalmente arraigada, pues ninguno duda sino de
aquello de lo que no tiene conocimiento cierto. Además, se demuestra lo mismo
por una segunda vía de esta manera: toda verdad que proclama toda criatura, es
verdad indudable; ahora bien, toda criatura proclama que Dios existe; luego (es
verdad que Dios existe)"
San Buenaventura, Sobre el misterio de la Santísima
Trinidad.
Meditación de San
Buenaventura del "Itinerario de la mente a Dios":
"No se puede entrar en la
contemplación de la Jerusalén del cielo, si no es entrando por la sangre del
Cordero como por una puerta.
Dichoso el hombre que tiene en ti
su refugio, y preparó en su corazón, en este valle de lágrimas, los peldaños
para subir hasta el lugar preparado por el Señor. ...
La ayuda divina acompaña a
quienes la piden de corazón, humilde y devotamente.
Así como nadie llega a la sabiduría
sino por la gracia, la justicia y el conocimiento, así tampoco se llega a la
contemplación sino por medio de una meditación profunda, una vida santa y la
oración devota.
El origen de las cosas...
proclama el divino poder que las sacó de la nada, la divina sabiduría que las
hizo claramente diferentes, y la divina bondad que las adornó largamente.
El que con tantos esplendores de
las cosas creadas no se ilustra, está ciego: el que con tantos clamores no se
despierta, está sordo; el que por todos estos efectos no alaba a Dios, está
mudo; el que con tantos indicios no advierte al primer Principio, es necio.
Desde la creación del mundo, las
perfecciones invisibles de Dios se han hecho intelectualmente visibles por las
creaturas de este mundo; tanto, que no tienen excusa los que no quieren
considerarlas, ni conocer, ni bendecir, ni amar a Dios en todas ellas.
Por muy iluminado que uno esté
por la luz de la razón natural y de la ciencia adquirida, no puede entrar en sí
para gozarse en el Señor si no es por medio de Cristo, quien dice: Yo soy la
puerta.
Si queremos entrar de nuevo en la
fruición de la Verdad, como en otro paraíso, es necesario ingresar por la fe,
esperanza y caridad del mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, que
viene a ser el árbol de la vida plantado en medio del paraíso.
Cristo es el camino y la puerta,
la escalera y el vehículo, propiciatorio colocado sobre el arca y sacramento
escondido en Dios desde tantos siglos.
Quien a este propiciatorio mira
(a Cristo), volviendo a él por entero su rostro, y lo mira colgado en la cruz
con sentimientos de fe, esperanza, caridad, devoción, admiración alegría,
honra, alabanza y júbilo, ése celebra con Él la pascua.
Pasemos con Cristo crucificado de
este mundo al Padre, a fin de que, manifestándose el Padre en nosotros, digamos
con Felipe: Esto nos basta".
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