Elaborando alfombra en La Orotava- Tenerife |
El Día del Corpus Christi (El Cuerpo y la
Sangre de Cristo, la Eucaristía) es una fiesta importante, una solemnidad para
los creyentes cristianos. Tradicionalmente se celebraba el jueves posterior al
Domingo de la Santísima Trinidad. En muchos lugares aun se celebra en este día como sucede por ejemplo en Granada
o Toledo, donde sigue siendo festivo. En otros lugares se desplazó al domingo
para adaptarse al calendario laboral.
Elabarando alfombra en Arucas- Gran Canaria- Las Palmas |
En
muchos municipios canarios se realizan estas alfombras. En las imágenes vemos dos alfombras de La
Orotava (Tenerife) y Arucas (Las Palmas).
Procesión del Corpus en Toledo (España) |
Dibujos Corpus para colorear
Textos sobre el Corpus para reflexionar
Presentación (educarconJesus)
Historia de la Solemnidad del Corpus
SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRSITO:
Textos sobre el Corpus para reflexionar
Presentación (educarconJesus)
Historia de la Solemnidad del Corpus
SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRSITO:
Es sin duda ninguna,
el sacramento más importante de nuestra religión. Pero si Jesús volviera hoy y
asistiera a nuestras misas, sentiría la misma indignación que experimentó al
ver los trapicheos que se traían los sacerdotes en el templo. Y es que seguimos
olvidados de lo esencial, que es hacer presente en nosotros todo lo que
significó Jesús con su vida de total entrega a los demás.
La mejor manera de
expresar lo que quiero decir, es contaros el relato que he oído (en un vídeo,
por supuesto) a Tony de Mello. El hombre más avispado de una tribu descubrió la
manera de hacer fuego. Enseñó a todos, la manera de utilizar el fuego y, el
pueblo entero, dio un paso de gigante en su evolución. No contento con eso,
cogió los bártulos y se fue a la tribu más cercana para que pudieran ellos
aprovechar también las ventajas del invento. Les enseñó el proceso y todos
quedaron maravillados al ver aparecer el fuego ante sus ojos. Se marchó muy
contento por haber ayudado a aquellos hombres. Mucho tiempo después volvió a
ver lo que habían avanzado con la utilización del fuego. Cuando les preguntó,
ellos muy orgullosos le sacaron del poblado a un lugar maravilloso. Allí había
construido un altar donde habían guardado en una urna de oro y piedras
preciosas, los instrumentos de hacer fuego. Todos los días iban a adorar
aquellos útiles que tenían el poder de reproducir el fuego. Pero no había
fuego por ninguna parte. El invento no les había servido para nada...
Para el que quiera
entender, sobran los comentarios. Para el que no quiera entender, ningún
comentario añadiría nada. Asistimos a misa porque está mandado y para no
cometer un pecado mortal. Sin darnos cuenta que el verdadero pecado es asistir
a misa sin que eso cambie en nada nuestra actitud vital.
Muchas veces me han
protestado ante esta acusación: Yo no vengo a misa porque está mandado, vengo
porque me apetece. Aún así es posible que te apetezca asistir a la magia de una
celebración donde se realiza un "milagro" tan sorprendente que
tranquiliza tu conciencia y te da ciertas seguridades.
Ya sabemos que, como
sacramento, la eucaristía es un signo, no magia. Sabemos también que la
eucaristía la celebra la comunidad reunida, aunque esto no está tan claro. La
inmensa mayoría de los cristianos sigue pensando que la misa la celebra el
sacerdote. Este despiste generalizado es consecuencia de creer que el sacerdote
tiene poderes especiales para realizar un milagro. Mientras no superemos esta
manera de entender la celebración y el sacerdocio estaremos incapacitados para
entender el verdadero significado del sacramento. Jesús dijo: donde dos o más
estés reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. Nunca dijo: donde
haya un sacerdote con poder para consagrar, en el pan me haré presente yo. Es
la comunidad reunida la que recuerda a Jesús y le hace presente.
Es muy importante que
tomemos conciencia clara de que el signo no es el pan, a secas, sino el pan
partido y repartido, preparado para ser comido. El hecho de partir el pan
forma parte de la esencia del signo. Jesús se hace presente en ese gesto, no en
la materia del pan. Si comprendiéramos bien esto, se evitarían todos los malentendidos
sobre la presencia real de Jesús en la eucaristía. El pan consagrado hace
siempre referencia a una fracción del pan, es decir, a una celebración
eucarística. Sin esa referencia no tiene entidad ninguna.
Lo mismo en la copa.
El signo no es el vino, sino el vino bebido, es decir, compartido. Para
los judíos la sangre era la vida, (no signo de la vida, como para nosotros,
sino la misma vida). La copa derramada es la vida de Jesús puesta al servicio
de todos, su vida se da para que todos participen de ella.
La realidad
significada no es Jesús sino Jesús como don, es decir, es el AMOR que es Dios,
manifestado en Jesús.
Empecemos por aclarar
que la palabra hebrea que traducen los textos al griego por "soma", no significa exactamente cuerpo. En la antropología
judía del tiempo de Jesús, el ser humano era un todo único, pero podían
distinguirse distintos aspectos de ese todo: hombre carne, hombre cuerpo,
hombre alma, hombre espíritu. Hombre cuerpo no hace referencia a la carne, sino
a la persona como sujeto de relaciones.
El "soma" griego tiene varios significados pero al
traducirlo al latín por "corpus", terminó por imponerse el
significado material de cuerpo físico y esto distorsionó el mensaje original.
Jesús no dijo: Esto en mi cuerpo (físico) sino esto soy yo, esto es mi persona
que se ha entregado a los demás. Esta perspectiva nos abre a una nueva
comprensión del sacramento.
La eucaristía resume
la actitud vital de Jesús, que consistió en manifestar lo que es Dios. Como
buen hijo hace presente al padre allí donde está él. Esa realidad
significada, por ser espiritual, no está sometida al tiempo ni al espacio.
Está siempre ahí, ni se trae ni se lleva, ni se pone ni se quita, ni se crea ni
se destruye. Hacemos el signo, no para crearla, sino para descubrir su
presencia, y poder así vivir conscientemente nuestra más impresionante
profundidad de ser. Salir de la dinámica del milagrito y de la magia, no es tan
fácil; exige un esfuerzo mental que muchos no están dispuestos a hacer.
Los primeros
cristianos tomaron del griego, por lo menos, seis palabras para indicar distintas
realidades que nosotros metemos en el mismo saco de la palabra
"amor":
Agape: sería Dios mismo
como puro don de sí, pero sin darse, sino atrayendo hacia sí. Lo que llamamos
su "amor" al hombre.
Caritas, síntesis del Eros
informado por el Ágape. Sería el Amor cristiano.
Filia: amor amistad.
Satisface deseos, apegos, ideales.
Eros: amor puramente
humano. Placer en la cercanía.
Libido: placer sensible que
sigue al Eros. Impulso sexual.
Nomos: relación con el otro
a través del estricto cumplimiento de la ley.
El "amor"
del que habla el evangelio, referido a Dios, sería el "ágape";
Referido al hombre sería la "caritas".
El amor humano es la
relación entre dos personas; y mientras más profunda y estrecha es esa
relación, más amor existe entre las dos. Ese amor no anula a las personas, sino
que las potencia como tales; de tal modo que es más humana la que es capaz de
amar más. Este amor no se puede dar en Dios, porque no hay nada fuera de Él con
lo que pueda relacionarse como algo distinto a Él.
El "ágape"
no es relación al modo humano, sino la misma realidad de Dios que funde sin
confundir, que une e identifica en sí a todos los seres. Dios no es un ser que
ama, sino el amor. Un ejemplo podría aclarar estas ideas, un poco difíciles de
asimilar. Imaginemos que llamamos amor al calor. Dios no es un ser caliente, ni
siquiera imaginado a millones de grados. Dios es el calor que funde todo lo que
encuentra haciendo de lo diverso una sola realidad. Toda la creación es una en
Dios.
En los evangelios,
Jesús no hace hincapié en que ama mucho a su Abba, Padre; sino:
"Yo y el Padre somos uno", y "el que me ve a mí, ve a mi
Padre". Esa misma es la experiencia de todos los místicos de todas las
religiones. S. Juan de la Cruz lo expresa muy bien: "¡Oh noche que
guiaste! ¡Oh noche amable más que la alborada! ¡Oh noche que juntaste amado con
amada, amada en el amado transformada!"
Dios no puede hacerse
presente en un lugar acotado, sencillamente porque no puede dejar de estar en
todo lugar. Tampoco puede estar más presente aquí que allí. Nosotros, como
seres humanos que somos, no tenemos más remedio que percibirlo en un lugar. Mas
aún, tenemos que acotarlo en un lugar para poder tomar conciencia de su
realidad.
Cuando Jesús propone
el mandamiento nuevo, Jesús está hablando de las consecuencias que debería
tener en nuestra vida, el amor (ágape) del Padre. El fin último de la
celebración de una eucaristía, es hacer presente con los signos, este ágape que
nos fundiría con Dios y nos abriría a los demás, hasta sentirlos fundidos en
Dios también. El hombre tiene el privilegio de poder tomar conciencia de este
hecho y vivirlo. El que lo descubre y lo vive no es que esté más fundido en
Dios que el que no lo percibe. Simplemente descubre su verdadero ser y disfruta
siéndolo.
Francisco Aranda Otero
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