Acabo de
toparme con una triste noticia que está pasando en pleno siglo XXI.
Tras leerla, me ha venido a la memoria otra información de la prensa de
hace un par de días: la policía desarticuló en España una red de tráfico
de mujeres brasileñas. Hoy, en vísperas del Viernes Santo, día de dolor que mira al horizonte de la Pascua que da vida, quiero hacer visible esta realidad que encierra un terrible dolor, pero -igual que tras la muerte de Jesús- la luz de la esperanza asoma en el horizonte. En este caso, con un proyecto solidario de las Religiosas Adoratrices http://www.proyectoesperanza.org/.
Que la Pascua ilumine a este mundo nuestro y que nosotros lo hagamos más justo.
La trata de personas: una realidad invisibilizada
La
oferta del mercado domina en mayor o menor medida nuestras vidas. En
ello se basan para lucrarse las mafias que regentan las redes de tráfico
de personas. Ofertan en nuestras sociedades desarrolladas servicios
sexuales que obligan a desempeñar a personas, generalmente extranjeras,
en contra de su voluntad. Podríamos decir que estamos frente a nuevos
mecanismos de esclavitud. ¿Cómo así, en pleno siglo XXI?
La
situación de pobreza y exclusión que viven múltiples personas en otros
países de América Latina, África, Europa del Este y Asia, les invita a
mirar hacia Europa y Norteamérica con esperanza; lugares donde sueñan
con poder trabajar y ganarse la vida dignamente, para ofrecer así
mejores oportunidades a sus familias. Adquieren deudas con quienes les
ofrecen “viajes seguros” al extranjero para trabajar como empleadas de
hogar, cuidadoras de ancianos o niños/as, o en servicios de hostelería;
deudas que se comprometen a pagar con el sueldo de los primeros meses de
su trabajo.
En
sus destinos, la realidad nada tiene que ver con lo prometido.
Literalmente pierden la libertad y son obligadas a prostituirse. Su
deuda se incrementa por “pequeños lujos” (el uso de sábanas limpias,
preservativos, compresas durante el periodo, etc.). Son víctimas de
relaciones desiguales entre dominantes (quienes prostituyen y compran
los servicios) y quienes son esclavizadas (generalmente mujeres y
niños/as).
Más
allá de exigir ante las autoridades el cumplimiento de derechos de las
personas víctimas de trata y la erradicación de esta forma de
esclavitud, pienso en nuestro compromiso por educar en relaciones de
equidad a los chicos y chicas con quienes trabajamos y a nuestros hijos e
hijas; en evitar la tentación fácil de juzgar a quienes son víctimas y
llegado el caso, buscar apoyo en aquellas instituciones con experiencia
de abordar esta realidad compleja.
Se puede encontrar más información en la web de Proyecto Esperanza.
Fuente: www.pastoralsj.com y http://www.proyectoesperanza.org/
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