Esta es la Carta Pastoral que el cardenal Bergoglio escribió a sus fieles poco antes de ser elegido Papa.
PASCUA ES CRISTO VIVO
Carta pastoral del cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, con ocasión de la próxima Semana Santa 2013
A los párrocos y responsables de comunidades educativas:
Hace
años que todos trabajamos por lograr que la iglesia esté en la calle
tratando que se manifieste más la presencia de Jesús vivo. Es el
esfuerzo de vivir aquello que rezamos tantas veces en la Misa “que todos
los miembros de la Iglesia sepamos discernir los signos de los tiempos y
crezcamos en la fidelidad al Evangelio; que nos preocupemos de
compartir en la caridad las angustias y las tristezas, las alegrías y
las esperanzas de los hombres, y así les mostremos el camino de la
salvación” (1) En mayor o menor medida muchas comunidades aceptaron ese
desafío. Aparecida confirmó el camino y nos mostró que, para que no sea
un chispazo, necesitábamos una conversión pastoral. La necesitamos
continuamente porque muchas veces tenemos la tentación de volver a las
cebollitas de Egipto. Todos sabemos que la realidad de nuestras
parroquias resulta acotada en relación a la cantidad de personas que hay
y a las que no llegamos. La Iglesia que nos llama constantemente a una
nueva evangelización nos pide poner gestos concretos que manifiesten la
unción que hemos recibido. La permanencia en la unción se define en el
caminar y en el hacer. Un hacer que no sólo son hechos sino un estilo
que busca y desea poder participar del estilo de Jesús. El “hacerse todo
a todos para ganar a algunos para Cristo” va por este lado. (2)
Salir,
compartir y anunciar, sin lugar a dudas, exigen una ascesis de renuncia
que es parte de la conversión pastoral. El miedo o el cansancio nos
pueden jugar una mala pasada llevándonos a que nos quedemos con lo ya
conocido que no ofrece dificultades, nos da una escenografía parcial de
la realidad y nos deja tranquilos. Otras veces podemos caer en el
encierro perfeccionista que nos aísla de los otros con excusas tales
como: “Tengo mucho trabajo”, “no tengo gente”, “si hacemos esto o
aquello ¿quién hace las cosas de la parroquia?”, etc.
Igual que
en el año 2000 quisiera decirles: Los tiempos nos urgen. No tenemos
derecho a quedarnos acariciándonos el alma. A quedarnos encerrados en
nuestra cosita... chiquitita. No tenemos derecho a estar tranquilos y a
querernos a nosotros mismos…Tenemos que salir a hablarle a esta gente de
la ciudad a quien vimos en los balcones. Tenemos que salir de nuestra
cáscara y decirles que Jesús vive, y que Jesús vive para él, para ella, y
decírselo con alegría... aunque uno a veces parezca un poco loco.
Cuántos
viejitos están con la vida aburrida, que no les alcanza, a veces, el
dinero ni para comprar remedios. A cuántos nenes les están metiendo en
la cabeza ideas que nosotros recogemos como gran novedad, cuando hace
diez años las tiraron a la basura en Europa y en los Estados Unidos, y
nosotros se las damos como gran progreso educativo.
Cuántos
jóvenes pasan sus vidas aturdiéndose desde las drogas y el ruido, porque
no tienen un sentido, porque nadie les contó que había algo grande.
Cuántos nostálgicos, también los hay en nuestra ciudad, que necesitan un
mostrador de estaño para ir saboreando grapa tras grapa y así ir
olvidando.
Cuánta gente buena pero vanidosa que vive de la apariencia, y corre el peligro de caer en la soberbia y en el orgullo.
¿Y
nosotros nos vamos a quedar en casa? ¿Nos vamos a quedar en la
parroquia, encerrados? ¿Nos vamos a quedar en el chimenterío parroquial,
o del colegio, en las internas eclesiales? ¡Cuando toda esta gente nos
está esperando! ¡La gente de nuestra ciudad! Una ciudad que tiene
reservas religiosas, que tiene reservas culturales, una ciudad preciosa,
hermosa, pero que está muy tentada por Satanás. No podemos quedarnos
nosotros solos, no podemos quedarnos aislados en la parroquia y en el
colegio. (3)
La Semana Santa se nos presenta como una nueva
oportunidad para desinstalar un modelo cerrado de experiencia
evangelizadora que se reduce a “más de lo mismo” para instalar la
Iglesia que es de “puertas abiertas” no porque sólo las abre para
recibir sino que las tiene abiertas para salir y celebrar, ayudando a
aquellos que no se acercan.
Con estos pensamientos miro la
próxima celebración de Ramos, es la fiesta del andar de Jesús en medio
de su pueblo siendo bendición para todos los que se encontraban a su
paso. Les ruego que no privaticemos la fiesta que es para todos y no
para algunos. La Arquidiócesis ha hecho la opción de celebrarla.
misioneramente el sábado por la tarde desde las columnas y puestos
misioneros en las distintas Vicarías. Sin embargo la adhesión es todavía
muy pobre. Por eso les pido a los Párrocos y a los responsables de los
Colegios que convoquen y movilicen sus comunidades para ese momento
fuerte de fe y anuncio con la certeza de que la vida de nuestros fieles
se renueva cuando experimentan la belleza y alegría de acercarse a los
hermanos para compartir la fe: "es imposible que un hombre haya acogido
la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a
su vez da testimonio y anuncia". (4)
Les agradezco desde ya todo lo que hagan en este sentido.
Con paternal afecto
Card. Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires25 de febrero de 2013.
Notas
(1) P. E. V c
(2) Misa Crismal 2012
(3) EAC 2000
(4) Evangelii nuntiandi 24
domingo, 24 de marzo de 2013
Mensaje para la Semana Santa del Papa Francisco
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