Carlos Ballbé: de los Juegos Olímpicos Londres 2012 al
seminario
Nadie que
conociera a Carlos Ballbé habría apostado por verle algún día en la Villa
Olímpica con un rosario. Lo de participar en unos Juegos lo tenía escrito en la
cara desde pequeño. Cogió un stick a los cinco años, triunfó en el Mundial
sub’21 y su talento provocó que emigrase a Alemania, a la Liga más potente del
planeta. Pero lo del rosario digamos que no era lo que más le pegaba. Toda su
vida, «Litus» –como le conoce todo el mundo del hockey– había sido un
«crápula», un «hombre más de noche que de día», «un pieza», «un desastre», un ligón
en toda regla, el «novio que ningún padre querría para su hija». Así que cuando
dijo que quería ser cura «todos alucinaron bastante».
Los más
sorprendidos fueron sus compañeros de equipo, que hoy siguen gastándole bromas
para ir poco a poco asimilando su futuro después de los Juegos. Si ya es
difícil encontrar hoy a jóvenes que sientan la llamada de Dios, resulta casi
único toparse con que uno de ellos compitiendo con la Selección de hockey que
ayer se estrenó en Londres con un empate (1-1) ante Pakistán.
«Litus» es
«el seminarista de los Juegos» y es tal el interés que ha despertado en la
Prensa de todo el mundo que su entrenador le ha aislado para que pueda
concentrarse. Para hablar con él, una se tiene que colar en el vestuario cual
«groupie», de la misma manera que antaño lo hacía su club de fans. Porque a sus
27 años, «Litu» ha tenido novias «y muchas» que también se quedaron «heladas»
con la noticia. «Pero es lo que hay. Yo había estudiado en La Obra y es cierto
que era de ir a Misa todos los domingos, pero nunca me planteé ser seminarista
hasta que un día me di cuenta que era esto lo que me hacía más feliz», dice
tras el empate.
El proceso
fue largo. En 2005 pidió a Dios ayuda mientras competía en el Mundial sub’21.
Hicieron historia. Así que no le quedó más remedio que cumplir su promesa e ir
a Medjugorje (el famoso pueblo de Bosnia-Herzegovina donde la Virgen se
apareció a una niña). A su vuelta siguió con sus «fiestas hasta el amanecer»
habituales. Pero luego hizo un segundo viaje y hasta un tercero y poco a poco
se fue centrando. «Tanto en el terreno deportivo como en el humano, las cosas
empezaban a tener sentido y decidí meterme en el seminario», comenta.
Uno de los
sacerdotes le aconsejó no dejar el hockey y gracias a Dios –nunca mejor dicho–
le hizo caso. La cita con Pekín no fue posible, pero en esta ocasión un pacto
con el seminario de Barcelona y el Club Atlético Terrassa han logrado que el
atleta haya podido cumplir su sueño.
«Mis
compañeros no paran de gastarme bromas y dicen que hago todo esto para lavar mi
imagen. Están convencidos de que algún día saldrá el ‘‘Litus’’ de antes.
Incluso hay algunos que intentan buscarme novia. Pero yo sé que dentro de mí
hay algo que ha cambiado. Y estoy más feliz que nunca», explica. Cada noche eso
sí, reza por alcanzar el objetivo del equipo: llegar a semifinales. Luego, tras
Londres 2012, el seminarista seguirá vinculado al Hockey pero a «otro nivel»
porque tiene claro que su camino ya no está sobre la hierba con una Selección
que está llamada a luchar por las medallas.
Fuente: LA RAZÓN 31-7-2012
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