domingo, 27 de julio de 2014

¿Hemos aprendido de los Objetivos de Desarrollo del Milenio?

Artículo de Juan A. Gimeno, presidente de Economistas sin Fronteras y miembro de la Plataforma2015 y más. El artículo completo se puede ver en elpais.es. Aquí extraemos lo más destacado.

Naciones Unidas ha presentado su informe sobre el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), a tan solo un año del final del periodo marcado para conseguir reducir drásticamente la pobreza y el hambre en el mundo y avanzar en otros objetivos sociales.
El balance presentado es excesivamente optimista. Es cierto que en estos casi quince años se han experimentado avances, pero el cumplimiento ha de calificarse de muy insuficiente en una visión global. Algunas de las mejoras se habían conseguido antes de 2000 (el punto de partida para los datos era 1990). 

En todo caso, predominan los incumplimientos sobre los resultados satisfactorios. Y los éxitos y los fracasos se reparten de forma desigual. Los datos menos negativos señalan a educación, sanidad y salubridad, lo que ha de celebrarse puesto que son objetivos de enorme importancia presente y de cara al futuro. El fracaso es total en el uso de los recursos naturales.
Es inadmisible que (son datos que entresacamos del informe de Naciones Unidas):

  • Una de cada cinco personas en las regiones en desarrollo sigue viviendo con menos de 1’25 dólares al día (pobreza extrema).
  • El empleo vulnerable en el Sur representa el 56% de todo el empleo (10% en el Norte).
  • 842 millones de personas sufren hambre crónica, y la mejora en la última década ha sido más lenta que en los 90.
  • Uno de cada cuatro niños sufre retraso en el crecimiento.
  • En 2013, 300.000 mujeres murieron por causas relacionadas con el embarazo o el parto, a pesar de que contamos con los medios para evitar que mueran
  • 748 millones de personas todavía utilizan fuentes de agua no apta para el consumo
  • En 2012, 863 millones de residentes urbanos vivían en tugurios (650 millones en 1990).
Los objetivos irrenunciables para el nuevo periodo han de ser erradicar la pobreza extrema (en 2000 se fijó tan solo reducir a la mitad) y el hambre, así como reducir las desigualdades mundiales. Este segundo aspecto, tan olvidado habitualmente, es condición necesaria para consolidar paulatinamente una estabilidad en las políticas de lucha contra la pobreza en el mundo.

Los Objetivos del Milenio han sido un primer paso importante. Como tal primer paso, no debemos descorazonarnos por sus resultados insuficientes. Pero debemos aprender de los años transcurridos para fijar una agenda post-2015 ambiciosa, realista y asentada sobre bases firmes.

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